martes, 9 de enero de 2018

Hay una luz arriba


Mis padres me han prometido que esta noche va a ser mágica y especial. No se han podido quedar conmigo, en esta habitación hay sitio para ellos. Concentro mis sentidos, mi oído y vista, deseoso de escuchar eso tan mágico que ha de llegar hoy. Desde la ventana puedo ver algunas estrellas, el cielo se ha puesto de esa azul eléctrico que tanto me gusta…

Está a punto de vencerme el sueño cuando de repente Luis, mi compañero de habitación, se incorpora de un salto.

        ¿Estás oyendo eso? ¡Algo está pasando arriba! ¡Vamos!

No me da tiempo a reaccionar porque tira de mi brazo y me arranca literalmente de la cama, apenas sin tiempo de ponerme una bata. Yo también oigo ahora algo. Parecen campanillas y proceden de la planta de arriba, donde habitualmente esperan nuestros familiares. Misteriosamente, ninguna enfermera está hoy vigilando la sala, y otros niños –amigos míos– empiezan a salir de sus habitaciones. El sonido va en aumento. Es emocionante, somos aventureros y libres esta noche. Nos movemos con sigilo, entre risas y susurros. En las escaleras hay luces de colores que se apagan y encienden, como si nos señalaran un camino… Al llegar a la gran sala no podemos creer lo que vemos. Un árbol gigantesco, un pino de verdad como jamás había visto antes, del que cuelgan centellantes figuras, guirnaldas, campanas…Debajo hay paquetes de regalos relucientes. Pero lo que nos deja con la boca abierta son los seres que lo están decorando: elfos y duendes –como los de los cuentos– cantan alegremente mientras adornan el árbol y de sus gorros suenan cascabeles. En cuanto nos ven, se abalanzan sobre nosotros cubriéndonos de besos y abrazos, nos conocen por nuestros nombres…. Sara está tan emocionada que se ha puesto a llorar y a Miguel se ha puesto a saltar de alegría. Una a una, acabamos de colgar todas las brillantes figuritas. Entonces alguien apaga la luz, y el árbol se enciende en mil mágicos colores.

No sé a qué hora nos vamos a dormir. Yo hubiera seguido mirando esas luces del árbol para siempre, pero un elfo ha insistido en que nos debíamos ir a descansar todos pues mañana nos esperaban todos esos regalos y ahora les tocaba el turno de trabajo a los ángeles, que prefieren no ser vistos.

Al día siguiente no estoy seguro de si lo que ha pasado es un sueño. Mis padres están conmigo y están más nerviosos que yo. Si supieran lo que me ha sucedido esta noche… Nos llevan a todos a la planta de arriba donde está el árbol que nosotros mismos hemos ayudado a decorar con los elfos y los duendes. Los padres sonríen y entregan los regalitos a todos, sin saber que lo más especial lo recibimos ayer por la noche. Ellos también parecen haber vivido una noche mágica.

Entonces veo la purpurina. Apenas un rastro, en la frente de papá. Es curioso que uno de los elfos se pareciese tanto a él…
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario