jueves, 25 de enero de 2018

DE QUÉ VAS


De modo que quieres guerra. Pues no sabes dónde has ido a parar, engendro del diablo. ¿Cómo te atreves? Me has traicionado. Prepárate a recibir mi venganza. No te vas a quedar mucho tiempo conmigo, campando a tus anchas.

Ya podéis empezar a trabajar, ejército de defensas. Os quiero bregando noche y día, sin descanso, hasta que no dejéis ni rastro de esas células enloquecidas. Mi corazón bombea sangre fuerte, mis pulmones aire puro, mi cerebro galopa.

Me haces perder el tiempo, y tengo muchos anhelos aún por cumplir. Tengo libros que leer y escribir, viajes que realizar. Tengo abrazos que compartir, “te quieros” que pronunciar. Unos padres que me necesitan, unos hijos a los que guiar y un perro que me espera cada día. ¿Y tú vienes ahora a decirme que esto se puede acabar? ¡De qué vas!

Lárgate. Desaparece. Esfúmate, monstruo cobarde.

Y déjame vivir, que no es mi hora. Acabo de empezar a tener claro qué y qué no deseo. Eso es un logro descomunal, ¿sabes? Qué eres tú, ¿una especie de ensayo del destino? Que no me cuenten milongas, tú no me harás valorar más lo que tengo. Yo ya sé lo que es esencial y lo que no. Lo que me falta es tiempo. TIEMPO. Sí, justamente ése que tú te empeñas en arrebatarme.

El miedo. Sí, claro. Sabes manejar como nadie esa arma. Pero de coraje no tienes ni idea. Ah, ¿así que vas a enviarme una fatiga insoportable, vas a intentar que no logre mi objetivo? Lo llevas claro, mi mortal e insignificante enemigo.

¿Ves esa montaña? ¿Aprecias su belleza? Pues me dirijo justamente allí, hasta su cima, contigo arrastrándote si te empeñas. Yo voy a ascender, un pie tras otro, sin esperar a iniciar mi marcha. Dudo que tu despreciable naturaleza sepa valorar la visión que te ofreceré. Pero regresaré una y otra vez a esa cumbre. Te juro que lo haré. Coronaré. Y un día, lo haré sin ti.

Si sabes lo que te conviene, da media vuelta, o prepárate al vértigo de las alturas, y al abismo de la VIDA. Asume tu destino. El exterminio total, porque voy a acabar contigo.

¿Qué cómo lo sé? Porque soy la dueña de mi ser hasta su último reducto. Soy fuerte. Soy valiente. Soy la que llevo el timón de la nave, la que toma las decisiones. Y tú no eres bienvenido a bordo.

De qué vas, maldito cabrón.
 
 
 
 

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