domingo, 13 de marzo de 2022

Yelena

Esta es mi gente, son mis hermanos. Hemos luchado juntos en esta hermosa tierra de música, de espíritu de superación. Yo estuve aquí, y vosotros aún no habíais nacido, cuando vencimos el primer terror de la dominación nazi. Fuimos nosotros. Somos grandes no porque nuestra tierra lo sea, si no por cómo hemos sobrevivido. Les miro a los ojos. Sois mis hermanos y ellos también lo son.

Me indican que me vaya, que baje mis carteles. Tienen más fuerza que yo, pero no suelto mis dibujos. Si no los puedo exhibir aquí lo haré en otra parte. Tenéis que conocer la verdad. Esta es la verdad. No es este el mundo que queríamos. Sé que llevamos nuestra reverencia apasionada, nuestra conciencia de formar parte de un estamento que jamás cuestiona al otro. El pueblo del sacrificio fuimos por muchos años. A un paso de la tragedia, a un paso del esplendor, y demasiados eslabones en la mitad.

No deseamos esta ruina, esta desolación. Escuchadme, sé de lo que hablo. Sé que siempre acaba igual. Y una vida que se apaga dura una eternidad.

Los jóvenes gritan a mis espaldas, valientes. Me sacan de ese lugar con cuidado. Unos de los guardias me han mirado a los ojos.

Ellos siguen órdenes. Yo sigo las mías. Pero tal vez creamos en lo mismo.

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