Fue en el verano de 2012, en
Gdansk, Polonia. Los Green Boys de Trapattoni necesitaban un milagro, pero sabían
que se las iban a ver con un poderoso rival contra el que ya habían perdido en
más de una ocasión. La Roja tenía que ganar ese partido para asegurarse un paso
seguro a cuartos de final. Estaba el tema de césped, según leí. Y algo de los
aéreos. No me pregunten qué demonios significa eso. Pero el caso es que Del
Bosque tenía controlada la situación.
El milagro irlandés se esfumó en
el minuto 3, cuando Fernando Torres
marcó el primero de los goles, el más rápido de la historia de la Eurocopa.
El juego no hizo más que
demostrar la superioridad táctica, técnica, física de la selección española,
que en la segunda parte siguió marcando goles con el arte que caracterizaba
entonces a nuestra selección. Silva en el minuto 49, Torres, su segundo gol en
el 70 y Fábregas en el 83. Imparables, a pesar de los esfuerzos de Given, el
portero. Pero fue a partir de ese minuto 83 cuando sucedió algo que recordaré el resto de mi vida. Me empecé a fijar en las gradas. Miles
de tipos vestidos de verde cantaban cada vez más alto una de las canciones
emblemáticas de Irlanda, una de las más hermosas de aquella tierra. Fields
of Athenry, se llama.
Cuenta es la historia de un joven
al que se llevan a prisión por haber robado cereales para alimentar a su
familia en la empobrecida Irlanda del s. XIX, durante la gran hambruna. Una canción nostálgica, que habla de libertad.
No sé qué les sucedería a los demás pero para mí el partido había dejado de
disputarse en el campo. Aquello no era una derrota, era una victoria. La gente
cantaba, alegre, como si de una fiesta se tratara. Recuerdo los comentarios de
los que retransmitían el partido. Impactados. Emocionados incluso. En aquellos
últimos minutos de partido solo se les escuchaba a ellos cantar a pleno pulmón
que “todavía tenían sueños y canciones que cantar” y que “Nada importa, Mary,
cuando eres libre”. Por entonces aún no me había aprendido la letra…ni falta
que hacía para sentir que estaba pasando ahí. Sin duda aquello a lo que cantaban
debía ser algo hermoso y los jugadores derrotados sentirían el orgullo de ser
lo que eran. Representantes de un país alegre, unidos. Aquella noche puede que
fueran ellos quienes más y mejor celebraran ese 4-0, a favor de La Roja.
Low lie the fields of Athenry
Where once we watched the small free birds fly
Our love was on the wing
We had Dreams and songs to sing
It's so lonely round the fields of Athenry
Where once we watched the small free birds fly
Our love was on the wing
We had Dreams and songs to sing
It's so lonely round the fields of Athenry
Hoy España ha perdido el mundial,
e Iniesta, el que nos dejó disfrutar de una noche mágica en el Mundial 2010,
deja la selección. Así son los grandes y pequeños momentos en el deporte. Vamos
muy necesitados de alegrías en los últimos tiempos y de algo que nos haga ir al
uníoslo. Ojalá pudiéramos alegrarnos de esta derrota como hicieron los
irlandeses en el 2012. Al cabo, sus corazones parecen esculpidos también a base
de muchos sufrimientos.