Me sentía muy nervioso. No quería
perder el control y emocionarme más de la cuenta. No quería que me vieran
triste. Había estado preparando el taller durante semanas. Se llamaba “Cómo
seréis de mayores”. Traje diversos materiales (cartulinas, lápices, plastilinas…)
para que los niños expresaran todo lo que quisieran en el mural.
Al fin llegué a la planta de
oncología infantil y una patrulla de niños ansiosos con gorritos de colores
esperaba en la sala. Durante un breve instante me tembló la voz al presentarme.
Pero cuando les miré, uno a uno, allí solo había niños. No había rastro de
enfermedad, del “monstruo” como ellos lo llamaban. Abrieron desmesuradamente
los ojos cuando mostré el “instrumental” de materiales que llevaba conmigo. Sonrisas
verdaderas, no las que los adultos ensayamos al hacernos mayores, no. Eran sonrisas auténticas,
limpias. Los niños empezaron a dibujar y a recortar. Cuando acabaron había
futbolistas, astronautas, bailarines…incluso hasta un cuidador de perros. No
paraban de hablar entre ellos sobre las miles de cosas que iban a hacer cuando
fueran mayores. Eran conversaciones atropelladas, llenas de ademanes torpes y
geniales a la vez. La alegría era contagiosa.
—¡Marte no
estará tan lejos con mis inventos!
—¡Mirad cómo
estarán todos los perritos cuando yo les amaestre!
—Yo seré
cantante ¡mirad qué bien me sale!
No eran distintos a los niños que
jugaban por las calles, en los patios del colegio. Sus anhelos y fantasías, eran
los mismos. Allí el miedo se combatía con ensueños y una valentía que pocas
veces había visto. Y yo no tenía ninguna duda de que lo conseguirían.
Uno de ellos, quizá era el más tímido,
tardó un poco más en dibujar lo que quería ser en el futuro. Al final se
decidió. Había pintado un rostro infantil, sencillo. Tan solo consistía en un
círculo con una sonrisa.
—¿Qué vas a
ser tú de mayor? —le preguntaron los demás sin acabar de comprender el
significado del garabato.
—Voy a ser muy
feliz. Estudiaré medicina y curaré a todos los niños como nosotros. Y también a
los mayores. De grande seré ese niño feliz que he pintado.
Al marcharme de allí, sentí que caminaba
sobre alas. Todo era posible. Y una certeza cobró forma en mis pensamientos. El
futuro. En ese mural estaba dibujado el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario